Legalízame tú que a mí me da la risa
4 septiembre, 2017 Noticias
La otra noche vi en la televisión un reportaje sobre el famoso restaurante Juan y Andrea, en Formentera y no pude evitar acordarme de tantas historias de hostelería que me han contado, entre ellas, y sobre todo, de la mía propia, la de mis Abuelos que tantas veces me contaron mis padres.
Hablo de los años 50 y 60, cuando la hostelería tenía que ver mas con una economía de subsistencia donde se combinaba la pesca, la agricultura y el tener un pequeño restaurante para atender a los pocos turistas franceses o vascos que se aventuraban por Cantabria que con una industria profesional y estructurada como es ahora. Esta es la época en la que nacieron la mayor parte de los negocios con más renombre de nuestra región. Eran años en los que no había muchas referencias que seguir, en los que cada cual hacía lo que podía y lo que buenamente sabía . Si no había mesas, unos tablones valían y si no había electricidad, el hielo y las velas hacían su trabajo.
Para mí, estas son historias entrañables y divertidas de los inicios de un sector al que pertenezco pero que ha cambiado totalmente. Dos generaciones más tarde vivimos en entornos regulados donde buscamos hacer las cosas lo más perfectamente posible para que nuestros clientes no tengan ninguna queja. No nos vale con la buena voluntad y la vocación de servicio, además aportamos conocimiento, tecnología y formación. De aquellos alimentos conservados en hielo, hemos pasado a un control constante de la temperatura o la trazabilidad de los productos. Ya hablemos de restaurantes, de hoteles o de campings, todos tenemos unas normas muy claras que cumplir y que garantizan la seguridad y la calidad en el servicio, y que nos dicen cómo debe funcionar el establecimiento.
Pero con la Revolución Tecnológica ha llegado una nueva forma de hacer las cosas. Lo llaman economía colaborativa y básicamente se trata de obtener un beneficio de lo que sabes hacer sin que haya intermediarios en el proceso. Es decir, si yo se pescar, te vendo el pescado directamente a ti, si se cocinar te lo cocino y si tengo un alojamiento y tu quieres venir, pues llegamos a un acuerdo. Aquí no intervienen normativas, ni terceras partes, ni hay que llevar control alguno de nada porque nadie es quien para impedir o controlar el acuerdo entre dos personas. ¿Les suena?
A mí me recuerda a aquellos señores que montaron su chiringuito en Ses Illetes y vendían lo que pescaban. Con una diferencia: hace 60 años a Ses Illetes o a Isla llegaban unos pocos privilegiados, hoy son decenas, centenares de miles los que acuden todos los años. Este comportamiento lo hemos podido ver en muchos sectores. Lo hemos visto en el transporte, en el comercio y por supuesto, en todas las ramas de la hostelería.
El sector del alojamiento no iba a ser menos. Viviendas ilegales que se alquilan sin ningún control ni garantía, aparcamientos de playa que se convierten en acampadas incontroladas o habitaciones individuales en casas particulares son en el pan nuestro de cada día en verano. Afortunadamente llevamos unos años con una gran demanda turística, no solo en Cantabria sino en toda España. Podremos discutir si son clientes nuestros o prestados o si hacemos una buen labor de promoción, pero lo que si esta claro es que una demanda tan elevada y tan concentrada en determinadas épocas desborda nuestras infraestructuras turísticas y hace aparecer a los oportunistas dispuestos a sacar tajada. Es ahora cuando vemos aparecer problemas que no conocíamos como la turistificación de los núcleos urbanos, la sobre presión de nuestros entornos naturales o la saturación de nuestras playas. Alquilar un piso en Santander, por ejemplo, se esta convirtiendo en una tarea cara y difícil.
Estos problemas tienen una solución muy clara: la planificación turística. No siempre cabe todo y los recursos son finitos por definición. Yo tengo la suerte de dirigir un camping y en el tengo una capacidad determinada. En base a esa capacidad tengo unas instalaciones y si sobrecargo el camping mis clientes verán mermada la calidad del servicio que reciben. Cuando estoy lleno, sencillamente no puedo alojar a nadie más y los turistas deberán venir en otra fecha o buscar otro camping, por mucho que me duela.
Esto mismo podemos aplicarlo a un destino como Cantabria. Aquí somos lo que somos y podemos atender a un determinado número de visitantes, por encima del cual estaremos sobrecargando el destino y generando nuevos problemas. Esto es sobre lo que tenemos que sentarnos y hablar. Tenemos que planificar nuestro modelo turístico, definir lo que ofrecemos y plantearnos los objetivos a los que queremos llegar. En lugar de esto lo que hacemos es legalizar. ¿Qué tenemos muchos apartamentos turísticos ilegales? Pues los legalizamos y problema solucionado. ¿Qué tenemos muchas autocaravanas por las cunetas? Pues habilitamos aparcamientos y solucionado… etc. No sólo no solucionamos los problemas de turistificación del destino sino que los agravamos.
No seré yo el que abogue por que no se abran mas establecimientos en Cantabria. Al contrario: siempre he creído que hay que facilitar la iniciativa empresarial y el emprendimiento pero no regulando situaciones ad hoc. Creo que todos debemos jugar en el mismo terreno de juego y con el mismo balón y que si los empresarios de Hostelería nos preocupamos por hacer las cosas bien para que nuestros visitantes tengan una buena experiencia es justo pedir que se aplique a todos las mismas normas.
Entiendo que debemos solucionar un problema existente, que hay muchos pisos particulares en alquiler vacacional y que sacar esos alquileres a la luz siempre será mejor que condenarlos a la economía sumergida, pero ¿cuántos podemos legalizar? ¿todos los pisos serán legalizables? ¿condiciones, situación, …? Son muchas las preguntas que surgen y para las que creo que deberíamos sentarnos y analizarlas como sector. Al fin de cuentas somos nosotros y no otros los que llevamos tantos años atendiendo a nuestros visitantes.
Pablo Alonso Astuy
Presidente Asociación Empresarios de Camping de Cantabria
Vicepresidente Asociación Empresarial Hostelería Cantabria